viernes, 3 de julio de 2009

Debilidades 2.0




Cuando vi en el foro la propuesta de debilidades de la web 2.0, después de leer (y compartir en buena parte) a Jesús Castillo Vidal en el VI Workshop CALSI, pensé que sin duda era una propuesta de debate que debería dar mucho de sí, bastante más que maravillarnos con lo que avanzan los tiempos y alegrarnos por lo fácil que parece resultar convertirnos en sus augures.

Creo que en algunos de los foros abiertos se ha hablado de bastantes problemas relacionados con la web 2.0 y, por extensión, la biblioteca 2.0.

Uno de ellos es la propiedad intelectual de los contenidos. La de terceros, por descontado, pero también la nuestra, la de nuestra institución o ¿qué sucede cuando una biblioteca o un archivo decide situar en internet una colección valiosa de fotografías antiguas o parte de su fondo histórico digitalizado? La deseada indexación de buscadores, tales como Google, tiene tantas luces como sombras. Yo personalmente puedo documentar cómo, tras más de 300.000 accesos de Google a contenidos albergados en alrededor de 100.000 páginas, el buscador universal sólo muestra en su caché dos o tres mil entradas. ¿Qué ha sucedido con las más de 70.000 imágenes visitadas por sus crawlers, sin duda almecenadas organizadamente en algún servidor del gigante americano, que de momento no se ofrecen en las búsquedas que realizan los usuarios finales de Google? ¿Van a tener parte de razón los ultramontanos de la propiedad intelectual cuando comienzan a considerar a Google como a una entidad más que negocia con contenidos que no son de su propiedad?

Y qué pasa con el control social. Dónde queda la privacidad de cada uno de nosotros que no sabemos (o preferimos no saber) que alguien (el buscador que utilizamos) construye continuamente un perfil sobre nuestra actividad en la red a poco que instalemos la barra de navegación correspondiente. Y qué ocurre con la posibilidad de intoxicación tanto de buscadores (recordaréis cómo en Google hace unos años la búsqueda de "evil than satan" nos dirigía a la página web de Windows; o cómo todavía hoy si consultamos en Google "ladrones" nos remite a la SGAE), como de organizaciones (¿Quién se atreve o puede colgar algo que tenga algo que ver con la realidad próxima en la web o en el blog de la Biblioteca sin que pase por el filtro del gabinete de prensa o de comunicación de la entidad correspondiente?). Y así cientos de perversidades más. En mi "presentación tardía" recomendaba el montaje titulado EPIC 2014 y lo sigo recomendando. Si es cierto que el gran hermano nos está viendo y quizás manipulando, lo menos que podemos hacer el ser conscientes de ello.

No quiero extenderme mucho. Me advierte mi hermano que nadie lee en papel una carta de más de veinte líneas y temo que en Internet esta cifra pueda resultar desmesurada.

Pero hay que recordar que la biblioteca 2.0 es comunicación y en la comunicación (como en las oraciones transitivas de la infancia) alguien dice algo a alguien. Hoy sabemos que además lo hace a través de un medio que media. Pero hay un emisor y un receptor, un mensaje y un canal.

Recuerdo que José Pla, en una de sus crónicas parlamentarias de la 2ª República aparecida en la prensa catalana, relataba cómo D. Julián Besteiro, a la sazón presidente de la Cámara, hizo instalar el primer sistema de megafonía en el Congreso para conseguir que los Sr. Diputados pudieran ser oídos con facilidad. Y apostillaba cínicamente que ahora sólo hacía falta que Sus Señorías tuvieran algo que decir.

El recordado Luis Carandel relataba otro incidente parlamentario que rescató del Diario de Sesiones, también de la Segunda República, en el que, ante la petición de amparo dirigida a la Presidencia por un parlamentario que ocupaba la tribuna de oradores porque no se le oía en el hemiciclo, el Presidente contestó: "Puede usted continuar, que sí se le oye. Lo que pasa es que ya no se le escucha".

A esos problemas, a todos esos problemas, tendremos que añadir en la bibliotecas pequeñas o muy pequeñas que toda esta nueva tarea de comunicación y dinamización cultural y social, no sin controles de naturaleza extracultural, debe llevarla a cabo la misma gente que atiende los servicios en jornadas laborales imposibles, atendiendo tareas que los desbordan continuamente y a las que tienen que enfrentarse en muchas ocasiones sin más recursos que mucha buena voluntad y una amplia sonrisa.
Espero que no nos hagan limpiar también el muro de la Biblioteca. El de Facebook, por supuesto.

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