lunes, 29 de junio de 2009

La pirámide creciente



El azar me llevó hace unos meses a uno de esos artículos de que todos tenemos noticia, aunque nunca los hayamos leído. Se trata de “La Ley de Parkinson“. De su subtítulo he tomado el de esta entrada. Fue publicado en 1957 como artículo divulgativo de la obra íntegra que apareció ese mismo año como Parkinson’s Law, or The Pursuit of Progress.

Esta conocida Ley sostiene tres principios esenciales:

El trabajo crece hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización.

El gasto aumenta hasta consumir todos los ingresos.

El tiempo dedicado [en la Administración] a cualquier asunto es inversamente proporcional a su importancia.

El tercero de estos principios lo ha reformulado brillantemente Max Gammon al sostener que “en un sistema burocrático, el trabajo inútil desplaza al trabajo útil”. Un ejemplo terminal de esta reformulación lo encontramos en Dalrymple cuando señala que para muchos “nada puede ir mal si los impresos se rellenan correctamente”. Esta observación se contiene en una reciente y cáustica colaboración en TimesOnline que he conocido gracias a la traducción que Pseudópodo ha colocado en su magnífico blog. Su lectura es obligada.

Pero el artítulo de Parkinson de que hablé se circunscribe al primero de los principios enunciados. Resulta jugoso porque constata (un tono enunciativo como el que usa no puede tomarse siquiera como una denuncia) que los funcionarios (hoy diríamos empleados y empleadas públicos[/cas]) tienden de modo más o menos inevitable a multiplicarse. Y además lo hacen con independencia de que haya más trabajo o menos. Incluso, sostiene que lo hacen aunque no haya trabajo en absoluto.

Como recomiendo la lectura de su artículo, muy breve y bastante ilustrativo, no voy a repetirlo aquí. El propósito de esta entrada es aplicar los coeficientes de crecimiento que propone a alguna institución próxima. Pongamos que se trate de un Ayuntamiento. Supongamos que ese Ayuntamiento tuviese en el año 1983 noventa trabajadores. ¿Cuántos tendría hoy? Los coeficientes que se fijan en el primer principio de la Ley de Parkinson permitirían construir teóricamente la siguiente tabla:



Dejando a un lado esta especulación teórica, ¿alguien se aventura a decir cuántos nombres hay en la nómina de ese Ayuntamiento hoy?

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