viernes, 7 de agosto de 2009

jueves, 9 de julio de 2009

En los tiempos del «hoygan»

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El amor en los tiempos del «hoygan», en feliz expresión de José M. Peláez, preside uno de los problemas con los que nos enfrentamos (también en las bibliotecas 2.0) y que acaso tenga menos que ver con la fractura digital que con otra brecha, mucho más profunda, cruel y dolorosa.

Como no soy sociólogo ni he estudiado comunicación ni destaco en ciencias políticas, me remito a la ilustración, que se agrandará si pulsamos sobre ella. De alguna forma ejemplifica la situación de una parte de nuestra sociedad, quizás muy pequeña o acaso no tanto, a la que también tenemos que dirigirnos. Quizás a la que debamos atender con mayor entusiasmo.

Generador de RSS para Miradas 2.0


Aunque me ha dado un poco la tabarra, por fin he conseguido escribir un pequeño programa en php que, atacando varias tablas y bases de datos, genera un archivo .rss que puede enlazarse con los lectores de feeds.
En este blog veréis la diferencia entre la entrada que encabeza la columna de la derecha, bajo el epígrafe de Asociación Cultural Alfredo Cazabán (que se genera dinámicamente) y las dos entradas que hay inmediatamente debajo bajo el epígrafe A.C.U. Alfredo. En este último caso, la entrada es estática, se mantendrá así indefinidamente hasta que manualmente la altere.
En el primer caso, la entrada es dinámica. Periódicamente, un demonio se encarga de ejecutar un script, que he nombrado como "azar.php", que genera en http://www.vbeda.com/feeds un archivo llamado "archivo4.rss" que es el contiene la información precisa para que sea utilizada por los lectores de feeds. Ahora, como veis, remite sólo a un artículo de un conjunto de más de 300; dentro de poco nos dará también otro de una revista local, Ibiut, que cuenta con más de 5000, y finalmente remitiré al azar a reproducciones facsímiles de prensa de los años veinte en Úbeda. Vamos, que voy a utilizarlo para hacer que, despertando la curiosidad de los usuarios de los blogs de Úbeda, un fondo muy amplio y útil para el estudio de la evolución de la ciudad sea consultado con cierta asiduidad.

viernes, 3 de julio de 2009

Debilidades 2.0




Cuando vi en el foro la propuesta de debilidades de la web 2.0, después de leer (y compartir en buena parte) a Jesús Castillo Vidal en el VI Workshop CALSI, pensé que sin duda era una propuesta de debate que debería dar mucho de sí, bastante más que maravillarnos con lo que avanzan los tiempos y alegrarnos por lo fácil que parece resultar convertirnos en sus augures.

Creo que en algunos de los foros abiertos se ha hablado de bastantes problemas relacionados con la web 2.0 y, por extensión, la biblioteca 2.0.

Uno de ellos es la propiedad intelectual de los contenidos. La de terceros, por descontado, pero también la nuestra, la de nuestra institución o ¿qué sucede cuando una biblioteca o un archivo decide situar en internet una colección valiosa de fotografías antiguas o parte de su fondo histórico digitalizado? La deseada indexación de buscadores, tales como Google, tiene tantas luces como sombras. Yo personalmente puedo documentar cómo, tras más de 300.000 accesos de Google a contenidos albergados en alrededor de 100.000 páginas, el buscador universal sólo muestra en su caché dos o tres mil entradas. ¿Qué ha sucedido con las más de 70.000 imágenes visitadas por sus crawlers, sin duda almecenadas organizadamente en algún servidor del gigante americano, que de momento no se ofrecen en las búsquedas que realizan los usuarios finales de Google? ¿Van a tener parte de razón los ultramontanos de la propiedad intelectual cuando comienzan a considerar a Google como a una entidad más que negocia con contenidos que no son de su propiedad?

Y qué pasa con el control social. Dónde queda la privacidad de cada uno de nosotros que no sabemos (o preferimos no saber) que alguien (el buscador que utilizamos) construye continuamente un perfil sobre nuestra actividad en la red a poco que instalemos la barra de navegación correspondiente. Y qué ocurre con la posibilidad de intoxicación tanto de buscadores (recordaréis cómo en Google hace unos años la búsqueda de "evil than satan" nos dirigía a la página web de Windows; o cómo todavía hoy si consultamos en Google "ladrones" nos remite a la SGAE), como de organizaciones (¿Quién se atreve o puede colgar algo que tenga algo que ver con la realidad próxima en la web o en el blog de la Biblioteca sin que pase por el filtro del gabinete de prensa o de comunicación de la entidad correspondiente?). Y así cientos de perversidades más. En mi "presentación tardía" recomendaba el montaje titulado EPIC 2014 y lo sigo recomendando. Si es cierto que el gran hermano nos está viendo y quizás manipulando, lo menos que podemos hacer el ser conscientes de ello.

No quiero extenderme mucho. Me advierte mi hermano que nadie lee en papel una carta de más de veinte líneas y temo que en Internet esta cifra pueda resultar desmesurada.

Pero hay que recordar que la biblioteca 2.0 es comunicación y en la comunicación (como en las oraciones transitivas de la infancia) alguien dice algo a alguien. Hoy sabemos que además lo hace a través de un medio que media. Pero hay un emisor y un receptor, un mensaje y un canal.

Recuerdo que José Pla, en una de sus crónicas parlamentarias de la 2ª República aparecida en la prensa catalana, relataba cómo D. Julián Besteiro, a la sazón presidente de la Cámara, hizo instalar el primer sistema de megafonía en el Congreso para conseguir que los Sr. Diputados pudieran ser oídos con facilidad. Y apostillaba cínicamente que ahora sólo hacía falta que Sus Señorías tuvieran algo que decir.

El recordado Luis Carandel relataba otro incidente parlamentario que rescató del Diario de Sesiones, también de la Segunda República, en el que, ante la petición de amparo dirigida a la Presidencia por un parlamentario que ocupaba la tribuna de oradores porque no se le oía en el hemiciclo, el Presidente contestó: "Puede usted continuar, que sí se le oye. Lo que pasa es que ya no se le escucha".

A esos problemas, a todos esos problemas, tendremos que añadir en la bibliotecas pequeñas o muy pequeñas que toda esta nueva tarea de comunicación y dinamización cultural y social, no sin controles de naturaleza extracultural, debe llevarla a cabo la misma gente que atiende los servicios en jornadas laborales imposibles, atendiendo tareas que los desbordan continuamente y a las que tienen que enfrentarse en muchas ocasiones sin más recursos que mucha buena voluntad y una amplia sonrisa.
Espero que no nos hagan limpiar también el muro de la Biblioteca. El de Facebook, por supuesto.

lunes, 29 de junio de 2009

La pirámide creciente



El azar me llevó hace unos meses a uno de esos artículos de que todos tenemos noticia, aunque nunca los hayamos leído. Se trata de “La Ley de Parkinson“. De su subtítulo he tomado el de esta entrada. Fue publicado en 1957 como artículo divulgativo de la obra íntegra que apareció ese mismo año como Parkinson’s Law, or The Pursuit of Progress.

Esta conocida Ley sostiene tres principios esenciales:

El trabajo crece hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización.

El gasto aumenta hasta consumir todos los ingresos.

El tiempo dedicado [en la Administración] a cualquier asunto es inversamente proporcional a su importancia.

El tercero de estos principios lo ha reformulado brillantemente Max Gammon al sostener que “en un sistema burocrático, el trabajo inútil desplaza al trabajo útil”. Un ejemplo terminal de esta reformulación lo encontramos en Dalrymple cuando señala que para muchos “nada puede ir mal si los impresos se rellenan correctamente”. Esta observación se contiene en una reciente y cáustica colaboración en TimesOnline que he conocido gracias a la traducción que Pseudópodo ha colocado en su magnífico blog. Su lectura es obligada.

Pero el artítulo de Parkinson de que hablé se circunscribe al primero de los principios enunciados. Resulta jugoso porque constata (un tono enunciativo como el que usa no puede tomarse siquiera como una denuncia) que los funcionarios (hoy diríamos empleados y empleadas públicos[/cas]) tienden de modo más o menos inevitable a multiplicarse. Y además lo hacen con independencia de que haya más trabajo o menos. Incluso, sostiene que lo hacen aunque no haya trabajo en absoluto.

Como recomiendo la lectura de su artículo, muy breve y bastante ilustrativo, no voy a repetirlo aquí. El propósito de esta entrada es aplicar los coeficientes de crecimiento que propone a alguna institución próxima. Pongamos que se trate de un Ayuntamiento. Supongamos que ese Ayuntamiento tuviese en el año 1983 noventa trabajadores. ¿Cuántos tendría hoy? Los coeficientes que se fijan en el primer principio de la Ley de Parkinson permitirían construir teóricamente la siguiente tabla:



Dejando a un lado esta especulación teórica, ¿alguien se aventura a decir cuántos nombres hay en la nómina de ese Ayuntamiento hoy?